domingo, 3 de julio de 2011

Perspectivas de las finanzas de Estados Unidos (largo plazo)

En Estados Unidos las finanzas públicas  se encuentran en una trayectoria insostenible. 

 De acuerdo con las proyecciones presupuestarias de las autoridades, se prevé que la deuda federal en poder del público aumentará de 62% del PIB en el ejercicio fiscal 2010 a alrededor del 90% en el ejercicio 2030, y que seguirá aumentando a partir de entonces debido a las presiones emergentes del envejecimiento poblacional y el rápido crecimiento de los costos de salud. La dinámica de la deuda presenta una perspectiva aún más sombría según los supuestos macroeconómicos más conservadores utilizados por el personal técnico del FMI. De acuerdo con estas últimas previsiones, la crisis financiera causaría una pérdida permanente de producto y de ingresos presupuestarios, por lo que la deuda federal podría acercarse al 95% del PIB al final de esta década —aproximándose a niveles no vistos desde el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial—y ejercer una presión alcista sobre las tasas de interés tanto en Estados Unidos como en el mundo.
Las perspectivas presupuestarias a largo plazo siguen siendo preocupantes pese a los esfuerzos por contener los déficits. Aunque se espera que la reforma del sistema de salud adoptada el año pasado inclinará la “curva de costos” de salud en un grado todavía incierto, el gasto federal en servicios de salud podría todavía aumentar en un 3% del PIB durante los próximos 20 años, según la Oficina de Presupuesto del Congreso. Otras medidas propuestas por el Ejecutivo, tales como la congelación por 5 años del gasto discrecional no vinculado a la seguridad y el ahorro en gastos de defensa van en la dirección correcta, pero no pueden por sí solas resolver las presiones presupuestarias fundamentales de largo plazo, debido a que el gasto obligatorio en salud, pensiones y otros rubros representa una mayor proporción del presupuesto y se proyecta que crecerá más rápidamente. De acuerdo con los cálculos del personal técnico del FMI, las autoridades necesitarían adoptar medidas de ahorro de alrededor de 2½% del PIB al año para lograr el nivel de deuda federal proyectado de 77% del PIB en el ejerció fiscal 2021. Dichas medidas deberían sumarse a los planes existentes, que incluyen aumentos de impuestos para los contribuyentes de ingresos más altos (a partir de 2013) y menores concesiones tributarias para ciertas industrias. No obstante, los esfuerzos de consolidación fiscal no deben limitarse a esto—se necesitarán ahorros adicionales para reducir el coeficiente de deuda a los niveles previos a la crisis a fin de evitar un efecto de desplazamiento sobre la inversión privada.

lunes, 20 de junio de 2011

Proyecciones fiscales (Estados Unidos)

 Las proyecciones fiscales reflejan las opiniones del personal técnico del FMI sobre las perspectivas económicas (que suelen ser más pesimistas que las de las autoridades) y la evaluación de las políticas probables. En vista de los debates actuales en el Congreso, el personal técnico del FMI supone que los recortes del gasto discrecional ocurrirán antes (y serán más profundos) de lo que tiene previsto el gobierno, y que se postergarán las medidas vinculadas a la recaudación de ingresos.

Dado que las perspectivas fiscales son insostenibles, urge que la administración y el Congreso acuerden un marco de consolidación fiscal a mediano plazo de carácter comprensivo y balanceando. Las propuestas recientemente presentadas por la Comisión Nacional de Responsabilidad y Reforma Fiscal, formuladores de política y otros analistas, contienen muchas ideas útiles a partir del cual podrían avanzar la autoridades en la formulación de un plan de consolidación fiscal comprensivo. Las medidas propuestas incluyen reformas de los regímenes de prestaciones (pensiones y salud), topes al gasto discrecional, reformas al sistema impositivo y el fortalecimiento de las instituciones fiscales. La reciente reorganización de la regulación y la supervisión del sistema financiero representa un paso auspicioso, pero tendrá que ser implementada de manera decisiva y sin demoras.

En particular, será crítico fortalecer:
-La coordinación entre reguladores para detectar y neutralizar los riesgos sistémicos
-La transparencia y la rendición de cuentas en los mercados de valores y derivados
-El monitoreo del sector bancario paralelo.

Pese a haberse restablecido la estabilidad financiera, la fragilidad del sector inmobiliario
sigue actuando como un lastre en los balances bancarios, y la implementación de las reformas del sector financiero aún enfrentan desafíos. Las autoridades estadounidenses han elevado al Congreso un conjunto de propuestas para reformar los mercados de financiamiento de la vivienda, según lo exige la Ley Dodd-Frank.

Las recomendaciones incluyen desmantelar las entidades hipotecarias semipúblicas y elaborar políticas de vivienda con una orientación más enfocada, donde el respaldo estatal sea más explícito y concentrado en los hogares de menores ingresos. La reforma que se adopte deberá lograr un equilibrio entre ofrecer un nivel adecuado de intervención pública y desalentar otro ciclo de sobreinversión. Los plazos de esa reforma probablemente dependan del vigor del mercado nmobiliario.  

Además, las autoridades deben asegurarse de que se resuelvan a la brevedad los problemas de la documentación para los embargos hipotecarios y de que los bancos reconozcan en tiempo y forma las pérdidas inmobiliarias.

miércoles, 15 de junio de 2011

Afianzamiento de la recuperación con riesgos a la baja en Estados Unidos:



La debilidad de los balances de los hogares, del sector financiero y del gobierno continuará empañando las perspectivas de crecimiento.  Estados Unidos parece estar recuperandose, pero aún predominan los riesgos a la baja. Es probable que las brechas del producto y del empleo vayan cerrándose apenas de a poco.

La economía estadounidense registró un crecimiento superior a la tendencia, de 2,8%, en 2010. Tras arrancar con fuerza gracias a un enorme impulso de los inventarios, el crecimiento se enfrió considerablemente a fines de la primavera, justo en el momento en que las tensiones de los entes soberanos europeos comenzaban a sacudir a lo mercados financieros. Sin embargo, aunque se hablaba constantemente de riesgos de recaída y deflación, la economía logró registrar un crecimiento superior al potencial en el segundo semestre de 2010, gracias a la renovada confianza que inspiró una nueva ronda de expansión de la Reserva Federal. En particular, el consumo privado, que se había acelerado poco a poco a lo largo del año, cobró cierta velocidad a fines de 2010. Sin embargo, la recuperación no produjo una recuperación significativa en el mercado laboral, y la inflación subyacente disminuyó a los mínimos de mediados del siglo, en vista de los elevados niveles de capacidad ociosa.
Los indicios tentativos de una recuperación más fuerte y más autosostenible observados a fines de 2010 han estado seguidos de una serie de nuevos riesgos. En particular, si la escalada de los precios del petróleo se prolonga, la recuperación podría desacelerarse significativamente.
La política monetaria continuará apoyando el crecimiento durante gran parte de 2011. Las tasas de interés de política monetaria se encuentran en su límite inferior, y las compras de bonos por parte de la Reserva Federal crean un entorno acomodaticio en un contexto de desempleo elevado e inflación baja. Entre tanto, a diferencia de lo proyectado hace seis meses, ahora se estima que el déficit estructural fiscal federal aumentará 1¼% del PIB en 2011, tras la aprobación de un nuevo paquete de estímulo en diciembre de 2010, no obstante los recortes del gasto federal para el año fiscal 2011 aprobados recientemente (gráfico 1.3). El gobierno de Estados Unidos está comprometido a reducir el déficit fiscal federal registrado en 2010 a la mitad para 2013, un ajuste que ya está incluido en las proyecciones del personal técnico del FMI. Este compromiso representa un ajuste acumulativo de 5% del PIB del balance primario estructural del gobierno federal durante los ejercicios 2012–13.
La situación laboral y el mercado de la vivienda siguen actuando como obstáculos a la recuperación.
Pese a la caída reciente de las tasas de desempleo (desde un máximo de 10,1% a 8,8% en marzo de
2011), el desempleo a largo plazo continúa cerca de los niveles altos históricos y el coeficiente empleo/población apenas ha aumentado desde que el producto comenzó a recuperarse a mediados de 2009. Si bien la tendencia descendente de las solicitudes iniciales de seguro por desempleo observada desde comienzos de 2011 hace pensar que la situación mejorará, la expansión de la nómina apenas ha cobrado ímpetu. El débil crecimiento del empleo encuentra su paralelo en el aumento considerable de la productividad de la mano de obra y en la disminución del costo laboral unitario. El actual ritmo de creación de empleos tendría que acelerarse significativamente para producir un aumento sustancial de la proporción activa de la población. Sin un aumento marcado del empleo y del total agregado de horas trabajadas, el aumento del consumo que se observó en el cuarto trimestre de 2010 tiene poca probabilidades de perdurar, dado que los hogares y los bancos continúan saneando sus balances y que el crecimiento de los salarios sigue siendo débil.

El mercado inmobiliario—un factor crítico que obra en contra de una recuperación más rápida— continúa siendo frágil. La gran cantidad de casas en venta está frenando la construcción residencial. Los precios de la vivienda —un determinante clave del patrimonio neto y del consumo de los hogares— bajaron durante siete
meses seguidos hasta enero, y sus perspectivas están empañadas por el número considerable de hipotecas que están atrasadas en los pagos pero aún no han sido embargadas, las que están al día pero son muy
superiores al valor de la vivienda, o las que han sido modificadas pero tienen probabilidades de volver a atrasarse en los pagos. De hecho, los hogares se están desapalancando en gran medida porque han
dejado de pagar sus hipotecas (así como otras deudas), lo cual reduce los precios de la vivienda a través del impacto negativo que tienen los juicios hipotecarios sobre el precio de las viviendas vecinas. El círculo vicioso entre los precios bajos e inciertos de la vivienda, la vulnerabilidad de los balances de los hogares y los bancos, y el consumo privado es un factor importante detrás de la lenta recuperación en Estados Unidos.
En general, los riesgos para las perspectivas estadounidenses continúan inclinándose a la baja. El riesgo de deflación es menor que hace seis meses, en parte gracias a las medidas de políticas adoptadas, sobre todo la expansión monetaria extraordinaria. Entre tanto, las condiciones externas siguen planteando riesgos importantes. El reavivamiento de las tensiones financieras en la zona del euro podría complicar sustancialmente las condiciones financieras internacionales y debilitar la demanda mundial. Por otra parte, un alza importante de los precios del petróleo podría erosionar la confianza y debilitar el gasto de los consumidores. En el plano interno, los precios de la vivienda podrían bajar más de lo esperado, dada la abundancia de propiedades con problemas hipotecarios, y eso podría producir efectos negativos en los balances de los hogares y del sector financiero. Por otra parte, la solidez de los balances empresariales y la demanda reprimida de los bienes de consumo duraderos ofrecen posibilidades al alza.

¿Qué tipo de política se necesita?

La Reserva Federal continúa dando indicaciones de que las tasas de política. Los niveles elevados de capacidad ociosa en los mercados del trabajo y de la vivienda, la baja inflación subyacente y los persistentes riesgos a la baja requieren de una orientación macroeconómica acomodaticia. Al mismo tiempo, adquiere cada vez mayor urgencia la necesidad de implementar una estrategia creíble para estabilizar la deuda pública y luego reducirla.

martes, 31 de mayo de 2011

Desapalancamiento de los hogares ( Estados Unidos)

¿Cómo se desenvuelve el proceso de desapalancamiento de los hogares en Estados Unidos?
¿Cuánto tiempo durará, y qué consecuencias plantea para las perspectivas? El apalancamiento de los hogares — definido como la razón entre deuda y activos— trepó a una meseta más alta a fines de los años noventa, al distenderse las normas crediticias y permitirse que los hogares se endeudaran más para comprar viviendas de valor cada vez mayor. Al mismo tiempo, los hogares financiaron una porción de su consumo contrayendo préstamos usando sus propiedades como garantía .El nivel de apalancamiento se incrementó marcadamente durante la crisis al derrumbarse los valores tanto de las viviendas como de los activos financieros, desencadenando el ciclo de desapalancamiento subsiguiente. Al final del tercer trimestre de 2010, la deuda de los hogares llego a representar 122% del ingreso anual disponible, lo que marca una caída desde el máximo de 133% registrado al final de 2007.

Si la deuda siguiera cayendo al mismo ritmo de los años, deberían entonces transcurrir otros 6 años para que los pasivos disminuyan a los niveles observados previo a la burbuja inmobiliaria, de aproximadamente 90% del ingreso disponible. Según se desprende de la experiencia con anteriores burbujas del sector inmobiliario en las economías avanzadas—especialmente en los países escandinavos—con el tiempo el endeudamiento efectivamente tiende a volver a sus niveles normales previos a la burbuja.
¿Cómo se está produciendo el ajuste? El saldo de pasivos evoluciona con la otorgamiento de nuevos préstamos, los pagos netos y los incumplimientos que dan lugar a una cancelación de la deuda. Se estima que más del 60% de la reducción de pasivos desde principios de 2008 se produjo como resultado de incumplimientos, especialmente de deudas hipotecarias. Mientras tanto, el otorgamiento de nuevos préstamos también es escaso, en concordancia con la menor demanda y el endurecimiento de los estándares crediticios reportado por oficiales de crédito de los bancos comerciales.

¿Qué significa todo esto para las perspectivas? El bajo nivel de nuevos créditos va de la mano de una demanda deprimida de viviendas y otros bienes de consumo duraderos. La tasa de ahorro de los hogares se mantiene alta por la reticencia de los consumidores a asumir nuevas deudas debido a las perspectivas inciertas acerca de sus ingresos futuros o porque sus pasivos ya son suficientemente elevados como para plantear un riesgo financiero. La falta de disposición de los prestadores a conceder nuevos préstamos, dada la incertidumbre que rodea a sus propios balances, también colabora al ahorro de los hogares.

Este proceso deliberado de desapalancamiento allana el camino para que los balances recuperen solidez y se fortalezca el consumo en el futuro, aunque en el ínterin impide una recuperación económica más rápida. Sin embargo, la reducción de la deuda de los hogares que se produce por incumplimiento de las hipotecas tiene sustanciales externalidades negativas para la economía en general. Las ventas de viviendas en situación de ejecución hipotecaria tienen un impacto adverso desproporcionado en el precio de las propiedades y por esa vía en el patrimonio de los hogares, determinante clave de las decisiones de consumo. Las reestructuraciones de deuda sostenibles, que romperían el círculo vicioso entre la debilidad de la demanda agregada, el empleo, las ejecuciones hipotecarias y los precios de la vivienda, son difíciles de concretar.

Las endebles perspectivas para los precios de las viviendas y la riqueza inmobiliaria son un factor adverso significativo para una recuperación más veloz del producto y el empleo en los Estados Unidos.

jueves, 28 de abril de 2011

Salvador Trinxet Lorca - Barcelona


Salvador Trinxet desea que los lectores de este sitio encuentren opiniones e investigaciones sobre el campo de actividad que desarrolla Salvador Trinxet, como por ejemplo el derecho europeo e internacional y la gestión y promoción de despachos profesionales. Especialmente en todas aquellas materias relacionadas con los libros que Salvador Trinxet ha escrito.
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